Bonilla vuelve a conseguir crearnos la necesidad de adoptar una nueva mascota, y esta vez lo hace a través de una obra de arte impresionante. La sensibilidad con la que ha trabajado las piezas de hierro que conforman este majestuoso lagarto es digna de admirar, reflejando no solo un dominio técnico excepcional, sino también una profunda conexión con la naturaleza y su forma. Cada detalle metálico parece cobrar vida, aportando una
Bonilla vuelve a conseguir crearnos la necesidad de adoptar una nueva mascota, y esta vez lo hace a través de una obra de arte impresionante. La sensibilidad con la que ha trabajado las piezas de hierro que conforman este majestuoso lagarto es digna de admirar, reflejando no solo un dominio técnico excepcional, sino también una profunda conexión con la naturaleza y su forma. Cada detalle metálico parece cobrar vida, aportando una